No hay nada que mejore más el aspecto de una butaca orejera, silla o sofá que un retapizado, eligiendo la tela adecuada podemos enfatizar las formas de dicho mueble.
Si la pieza es pequeña como una butaca o una silla, podemos arriesgar un poco más en la elección de la tela, siempre y cuando tenga cierta concordancia con el espacio en el que se va a situar dicho elemento. En caso contrario, piezas grandes, el riesgo a tomar debe ser menor, pues se rompería el equilibrio del espacio llamando demasiado la atención. Este privilegio solo se lo deberíamos dar a las obras de arte.
En este caso la pieza que nos atañe es un sillón orejero. Hay muchas posibilidades para re-acondicionarlo de una manera original, para muestra un botón. Pero en este caso he intentando ser consecuente con la motivación principal de este blog, que es reciclar, por lo que opté por tapizar el sillón con fibras naturales recicladas. Pero no nos adelantemos...
El estado original, aunque estructuralmente casi perfecto, algo característico de los muebles clásicos, sólo dejaba ver algún signo de carcoma que rápidamente se trató. El tapizado de la butaca orejera era bastante anticuado, de skay y desgastado por un gran uso.
Barajé muchas posibilidades con el tapizado, telas con diferentes estampados, pieles naturales, etc. Finalmente me decanté por algo muy natural: sacos de café de yute serigrafiados de diferentes partes del mundo.
El proceso de destapizado de la butaca, fue bastante lento y tedioso, decidí numerar los paños para no cometer errores al tapizarlo de nuevo.
La parte mas laboriosa de todas fue la que estaba rematada con tachuelas de latón envejecido, tuve que quitarlas de una en una, y había muchas...
Al llegar al esqueleto descubrí, como intuía, que estaba en perfectas condiciones constatando que el trabajo de artesano que lo construyó fue hecho a conciencia. Ésto me animo a seguir con el lento proceso de destapizado.
Una vez finalizado el proceso comencé a tapizarlo con la tela de yute centrando los motivos serigrafiados adecuadamente.
Durante el tapizado aproveche para encolar parte de la estructura que encontré ligeramente suelta.
Finalmente terminé la transformación con pequeños detalles, como nutrir la patas que dejé a la vista (originalmente las cubría un faldón que me resulto muy antiestético) con cera de abeja. Me dio la satisfacción de un trabajo bien hecho y el resultado fue impactante.
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